Por: Ernesto Cortéz (Costa Rica).
“Comprando miedo” es una de las frases que utilizan las personas que usan crack para referirse al hecho de comprar una droga que puede llevarles a experimentar estados de desasosiego o paranoia luego del uso. Aun así, mucho de este miedo que pueden experimentar las personas que usan crack no se debe solo al efecto que produce la sustancia, sino al hecho que son de las poblaciones usuarias de drogas que sufren de un mayor estigma y discriminación por parte de las autoridades y la sociedad en general, así como de una violencia directa por parte de los vendedores y traficantes de crack.
Esta discriminación hacia las personas que usan crack es ocasionada por la ignorancia y los prejuicios que tienen la población general y las instituciones públicas sobre la droga y las personas que la utilizan. Aunado al hecho que no existen esfuerzos sistemáticos por conocer la población, sus características y sus condiciones sociales y de salud y mucho menos de brindarles algún tipo de atención. Todo esto a pesar de que el crack ha estado presente en el mercado ilícito de drogas en Costa Rica desde hace más de 20 años.
Este reporte busca ser un primer acercamiento a las personas que usan crack y su contexto. No pretende ser un análisis exhaustivo del fenómeno, sino una primera pincelada sobre una realidad poco conocida y muy estigmatizada. La recolección de información se realizó como parte de una investigación internacional promovida por el Transnational Institue (TNI) sobre el uso de cocaínas fumables en América Latina y el Caribe. Se realizaron un total de 20 entrevistas a profundidad cara a cara con personas usuarias de crack en la ciudad de San José, de las cuales solamente 2 fueron a mujeres. Las entrevistas se realizaron en el mes de agosto del año 2014 en tres espacios de distintos de acogida para personas habitantes en calle o que presentaran un consumo problemático de drogas.
El presente reporte se divide en 6 partes, empezando con la introducción, seguida por las características de la sustancia, su mercado, las personas que la usan, los servicios de atención que esas reciben y cierra con una reflexión general sobre el impacto el uso de crack y la necesidad de implementar estrategias de reducir los daños que incorporen la voz y la participación de las personas usuarias de drogas.
LA PIEDRA.
El Crack es una de las variedades de cocaínas fumables que se encuentran principalmente en los países de América Latina y el Caribe que se encuentran más alejadas de las zonas de producción de hoja de coca (Erythroxylum coca). El siguiente cuadro muestra el proceso de elaboración y transformación de la coca, en pasta base, clorhidrato de cocaína y finalmente en Crack o Paco (como es conocido en el cono sur). Costa Rica se encuentra en Centroamérica, que es una de las principales rutas de transito de drogas hacia los Estados Unidos, por lo que resulta más fácil de encontrar clorhidrato de cocaína, el cual se utiliza para elaborar crack o paco.
El crack apareció en la ciudad de San José a inicios de la década de los 90as del siglo XX, aunque originalmente apreció primero en la provincia de Limón en el Caribe en 1990. Actualmente se pueden encontrar venta y consumo de “crack” en todo el país. En sus inicios, este solía ser muy puro y cristalino, elaborado con de cocaína de buena calidad, pero actualmente ha perdido drásticamente su calidad.
Popularmente el crack también se conoce como “Piedra”, “Ñoña” y “Papa”. Aunque también se le suele decir “Stone”, “Cripotnita”, “Tronca”, “Bicha” y “Chica de humo”, entre otros. Cabe resaltar que cuando esta se fuma enrolada junto con marihuana se le llama “Bazuco”, que resulta muy interesante, ya que retoma el mismo nombre que se le da la Pasta Base varios países del sur. Asimismo, cuando se mezcla con tabaco se le llama “Chino”, aunque esto también se aplica cuando en vez de crack se mezcla el tabaco con cocaína en polvo en un cigarrillo.
El crack se prepara a partir del cocimiento de la mezcla de clorhidrato de cocaína (en polvo), bicarbonato de sodio y algún líquido, este último suele ser agua, anquen en algunas ocasiones se utiliza etanol o alguna bebida alcohólica como aguardiente. También pueden ser que se mezcle con amoniaco, pero es en casos muy raros. Un hecho relevante es que al menos la mitad de las personas usuarias entrevistadas dijeron haber “cocinado” crack.
Cada piedra es de forma irregular, de un tamaño pequeño como “medio grano de frijol” de aproximadamente 5mm. Estas suelen tener una consistencia dura, pero que “se rompe fácilmente con la uña”. Tiene un color blancuzco a amarillento, que puede variar según el método de elaboración, como dice una de las personas entrevistadas: “depende según la mano y como se cocine”. Aun así, esta puede también ser cristalina que es de mejor calidad o de color café, gris e inclusive negra, si se elabora con vino o algún otro elemento que le pueda dar este color. Cuando es muy blanco es porque tiene mucho bicarbonato y si es muy amarillo es porque se elabora con amoniaco, lo que también se valora como una sustancia de menor calidad.
Como hemos visto, la calidad del crack se define tanto por su consistencia y su color, pero es principalmente por la forma en que se quema a la hora de fumarla. El crack de mejor calidad debe derretirse completamente y convertirse en aceite, el de menor calidad no es tan aceitoso y suele dejar un residuo como un polvo blanco, que se asocia con una mayor cantidad de bicarbonato. Como lo explican varias de las personas entrevistadas: “Cuando se le da fuego, si se derrite todo es más pura. Si queda un polvito blanco encima de la alambrina es puro bicar (bicarbonato)…”. “Cuando se monta en el tubo, si se derrite toda y no queda residuos en el tubo, se puede decir que es una piedra de buena calidad”.
EL MERCADO MINORISTA.
Como se comprobó a partir del trabajo de campo, el crack apareció en el mercado costarricense a inicios de la década de los 90as del siglo XX. El siguiente gráfico muestra cómo la primera incautación oficial realizada por la policía costarricense fue en el año 1991 con 171 piedras decomisadas, llegando a un máximo de 209 043 en el año 2010. En general se observa un incremento paulatino de los decomisos durante finales del siglo XX y la primera década del XXI, estabilizándose cerca del 2005 para mantener cierta variabilidad asociada principalmente a los esfuerzos de control policial.
Las comunidades donde la policía decomisa mayores cantidades de Crack, son aquellas donde existe una mayor concentración urbana y menores índices socioeconómicos; lo que puede asociarse al hecho que su preparación se realiza en el mismo lugar donde se vende, o por lo menos en casas cercanas a este lugar. Este se suele vender en venta fijos conocidos como “bunkers”.
Estos últimos son lugares al aire libre, en edificios abandonados, o incluso casas de habitación, en donde las personas usuarias de crack pueden comprar la sustancia y en algunas ocasiones también consumirla. Como menciona una de las personas entrevistadas, “…hay bunkers donde solo está el vendedor, pero también hay casas donde está toda la familia”.
Algunos de los barrios mencionados donde se puede comprar crack son: Sagrada Familia, León XIII, Alajuelita (San Felipe), Hatillo, Pavas (Rincón Grande y Libertad), entre otros. Como se aprecia en el mapa, algunos de los barrios mencionados están ubicados en las zonas de concentración de pobreza (zonas rojas), dejando clara la relación entre esta sustancia y el contexto social y económico de su mercado y las personas que la consumen.
En el centro de la ciudad los puntos de venta suelen cambiar más rápidamente,
ya que estos están más relacionados con comercios o sectores de mayor marginación del casco urbano. Se menciona “Tierra Dominicana” o “Tierra Colombiana”, lugares donde también suele haber concentración de comercio sexual. Se utilizan hoteles donde se expende crack y se alquilan cuartos para su uso. En los puntos de venta abiertos o que no están dentro de las casas o bunkers, suelen haber 2 personas: el vendedor y el “campana”. El primero se dedica a realizar la transacción, mientras que el segundo a avisar si hay presencia de policías o de extraños que puedan perjudicar el comercio.
Las comunidades donde se vende crack no han cambiado considerablemente en la última década, aunque el lugar de expendio específico (punto, casa, bunker u hotel) puede ser que haya sido objeto de un allanamiento de la policía que les obligó a cerrar: “A veces la policía cae y tienen que buscar otros lugares para vender”. Asimismo, la disputa por territorio entre vendedores también puede generar este corto desplazamiento o incluso un cambio en la persona encargada de venta en el lugar: “el bunker puede permanecer en el lugar, tal vez matan al mae que vende y otro lo agarra”.
En general el crack se vende en dosis (piedras) envueltas en papel aluminio o plástico. Una piedra es relativamente pequeña, como del tamaño de medio grano de frijol y pesa entre 0,15 a 0,20 gramos.3 El precio promedio de una piedra es 500 colones ($1.00 US), que puede variar según el lugar, siendo el más bajo de 300 colones ($0.6 US) en algunos barrios urbanos marginales fuera del centro de la ciudad, y el más alto de 1000 colones ($2.00 US), que se encuentra en el centro de la ciudad. Esta también se puede comprar en gramos, con un precio que oscila entre los 2000 a 2500 colones ($4.00 a 5.00 US), según donde se compre.
Las personas que venden crack suelen ser hombres jóvenes y adultos entre los 16 a los 35 años y en menor grado mujeres y niños cuando se vende en casas. La gran mayoría de estos vendedores no suelen consumir crack, pero si suelen usar marihuana, alcohol y cocaína.
Las personas usuarias de crack que se dedican al expendio usualmente trabajan para alguien más que les entregan una cantidad considerable del producto para su venta directa y su pago por la se realiza con la misma sustancia. Como explica una de las personas entrevistadas: “En una bomba de 26 piedras que les dan para vender, 20 son para el dueño y 6 son para ellos. Son los que se exponen, son el Robot”.
Aunque se reconoce la existencia de grupos organizados para la venta de crack, estos no poseen una organización compleja y muy jerarquizada. Ya que en la mayoría de los casos donde se indicó la existencia de estas organizaciones se identificaron familias completas (conocidas peyorativamente como “nacrofamilias”) o donde se explotan varios robots, que funcionan como “carnada” para la policía. Aun así, uno de los entrevistados indicó que en la ciudad de Limón, en la zona del Caribe, hay grupos más organizados y más violentos.
El papel que juega la policía en este mercado está relacionado principalmente con el control de los puntos de venta. La mayoría de las personas entrevistadas dijo que se encuentran tanto policías corruptos como policías honestos, indicando que Los corruptos decomisan las piedras para revenderlas, otros lo que hacen es cobrar cuotas para permitir la venta en ciertos lugares. Uno de los entrevistados lo explicó de la siguiente forma: “Yo vendía en Cañada Sur (Sagrada Familia) y llegaban los policías y se quedaba 4 horas ahí y yo no podía vender. Le decía al campana que les diera 500000 colones ($1000 US) para que se fueran”.
PERSONAS QUE USAN CRACK.
Dentro de todas las personas que usan drogas ilícitas en Costa Rica, las personas que usan crack son la que sufren de una mayor exclusión y marginación. Estas son percibidas como uno de los mayores factores de inseguridad ciudadana en las comunidades costarricenses, relacionadas directamente con delincuencia y criminalidad. En el siguiente gráfico de la encuesta de victimización realizada en el 2006, que incluso ubica a las personas usuarias de crack o “crackeros” como una de las principales situaciones de inseguridad en las comunidades, por encima del de la “venta de drogas o narcotráfico” y la “presencia de pandillas”.
Para conocer el tamaño de esta población usuaria de crack en Costa Rica, las únicas fuentes de información provienen de encuestas de hogares que se realizan cada 5 años por el Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA). A pesar de que la primera encuesta nacional fue realizada en 1990, no fue hasta 1995 cuando se preguntó por primera vez por el uso de crack (IAFA 2012).4 Como se puede apreciar en la siguiente tabla, el uso de crack se ha mantenido muy bajo y relativamente estable en todo este tiempo; llegando al 2010 como un 0,3% de la población que dijo haber usado crack en el último año, lo que equivale a cerca de 15mil personas.
Aun así, debido al contexto de estigmatización y marginación, las encuestas en hogares no son el mejor, ni único método para dimensionar la cantidad de personas que usan crack en Costa Rica. Esto por el tabú alrededor del uso de drogas ilícitas que distorsiona la veracidad de las respuestas que brindan las personas encuestadas, pero además porque se excluye por completo a todas aquellas personas que no se encuentren viviendo en una casa de habitación.
A partir de las 20 encuestas realizadas para este informe, se reconoce que la mayoría de las personas usuarias de crack suelen ser hombres de 23 a 52 años de edad y que poseen una larga historia de consumo de distintas sustancias, principalmente alcohol, marihuana y cocaína. La edad promedio de inicio en el uso de crack es 20 años y entre las personas menores de 35 años es de 14 años. Las razones por las que se iniciaron en el consumo son muy variadas, pero se asocian principalmente al deseo experimentar y participar de las actividades que realizaban sus amistades y pares. En menor caso se mencionaron eventos traumáticos o situaciones de riesgo en la adolescencia como la muerte de la madre o el consumo activo de alcohol o crack por parte del padre u otros familiares.
La forma más común de fumar crack es por medio de un tubo de metal hueco, como los que tienen las sombrillas o las antenas de carro. Muchos dicen haber iniciado el uso de crack mezclado con marihuana (“Bazuco”) o con tabaco (“Chino”), para luego continuar fumando en un lata de aluminio de cerveza o gaseosa. Para “fumar en lata”, esta se tiene que doblar en el centro haciendo un hoyo pequeño, al que se le hacen huecos con una aguja o clavo, donde se coloca un poco ceniza y la piedra.
El “fumar en tubo” es una forma de administración relativamente reciente, ya que hace más de una década se solía “fumar en lata”. Para “pegarse un tubazo”, primeramente se debe encontrar un tubo de aluminio de un tamaño particular para que pueda servir de pipa. Seguidamente se le inserta un alambre pequeño (conocido como “alambrina”) por uno de los extremos, para poder sujetar la piedra y que no se vaya por el cilindro cuanto se queme y se inhale el humo. Si la piedra es de buena calidad, esta debería derretirse completamente y dejar un aceite cristalino.
Según las personas entrevistadas, el efecto inmediato de fumar crack es de un placer intenso, que popularmente se le llama “bombazo”. Posteriormente y según la situación de vida y el espacio de consumo se pueden tener sensaciones de ansiedad y pánico, por lo que varias personas entrevistadas dijeron que adquirir crack también se le suele llamar: “pagar para asustarse” o “comprar miedo”. Como dijo uno de las entrevistados más jóvenes: “yo ya no robo… porque después de fumar siento que en cualquier momento aparece la policía, o la persona que asalté para agarrarme”.
Actualmente son pocas las personas usuarias de crack que utilizan solo esta sustancia. Muchos mencionaron el uso de alcohol y marihuana, como drogas que ayudan a contrarrestar este efecto negativo del crack y poder “estabilizarse” más fácilmente. El uso de estas drogas depende mucho de la cantidad de dinero que se tenga en el momento, o de la situación y las personas con las que se esté compartiendo. Igualmente muchos mencionan haber consumido en algún momento de sus vidas otras ilícitas como LSD, cocaína, éxtasis, pastillas y hongos alucinógenos.
SERVICIOS DE ATENCIÓN.
Existen diversos tipos de servicios que brindan o pueden brindar algún tipo de intervención para personas que usan crack y que viven en la ciudad de San José, en este caso encontramos podríamos diferenciar en servicios de tratamiento estatal, residencial y comunitario. La mayoría de las personas entrevistadas dijo haber utilizado estos servicios, con opiniones muy distintas para cada caso. Cabe recalcar que la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), entidad encargada de brindar servicios de salud pública y gratuita no brinda atención para personas usuarias de drogas ilícitas y lícitas (fuera del tabaco).
En un primer término encontramos el servicio ambulatorio el Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), en San Pedro de Montes de Oca (a unos 5 kilómetros al Este del centro de la Ciudad). Esta es la única institución pública de salud que brinda atención médica y farmacológica para personas que usan drogas de lunes a viernes de 7am a 3pm. Para recibir atención no se requiere contar con seguro social y se puede ingresar bajo los efectos de una sustancia o en estado de intoxicación. La mayoría de las personas usuarias de crack entrevistadas dijeron estar satisfechas con la atención recibida en el IAFA, ya que reciben un diagnóstico rápido de un médico y en algunos casos de un psicólogo. El principal problema percibido es el poco tiempo que dedican a la atención y la cantidad de medicamentos que reciben para el manejo del síndrome de abstinencia, como dijo uno de los entrevistados dijo: “con ese pastillero que le mandan, se hace uno farmacodependiente”.
También se existen “centros de tratamiento residencial” administrados por Organizaciones No Gubernamentales (ONGs). Estas pueden ser de corta estancia (15 días), mediana estancia (3 meses), o larga estancia (6 meses o más). La intervención en estos “centros” está basada en la abstinencia total y un régimen estricto casi militar, algunos de ellos brindan servicios médicos, psicológico, de trabajo social u ocupacional, habiendo cerca de 80 en estas condiciones aprobados por el IAFA . Para este caso, las personas entrevistadas que se han “internado en un centro de tratamiento”, mencionaron que las reglas suelen ser muy estrictas y el trato incluso puede llegar a ser agresivo y humillante. Algunos de ellos dicen haber estado en más de 10 “centros” y que “todos son muy similares”.
Entre los servicios de tratamiento comunitario se encuentran varios dispositivos de asistencia básica o bajo umbral como comedores, carpas, albergues y dormitorios. Muchos de estos se vienen implementando en la ciudad de San José por parte de Organizaciones
No Gubernamentales que pertenecen a la Comisión Mixta de Atención a la Indigencia de San José (COMAI-SJ). En este caso, encontramos que las personas usuarias de crack ven con muy buenos ojos este tipo de servicios de atención, ya que los mismos resultan menos coercitivos y adaptados a sus necesidades. Aun así, debido a la poca oferta de este tipo de dispositivos, muchas personas que podrían beneficiarse quedan por fuera, tomando en cuenta que algunos condicionan el servicio si la persona se encuentra bajo los efectos de drogas.
REFLEXIONES FINALES.
Sin duda el mayor problema que tiene el crack es su vinculación con la pobreza y la falta de oportunidades socio-económicas. Para conseguir crack, algunas personas pueden llegar a correr altos riesgos que aumentan considerablemente sus condiciones de vulnerabilidad personal, como lo es robar, asaltar, vender drogas, o incluso ingresar al comercio sexual. Se “compra miedo” porque en la “cultura del crack” existe una vinculación innecesaria con situaciones de violencia y abuso, que además reduce las oportunidades de recibir servicios sanitarios, laborales, educativos, económicos y demás. En otras palabras, a las personas usuarias de crack se les violentan cotidianamente sus derechos fundamentales.
Sin lugar a dudas el problema del crack es la pobreza, como bien dice el científico estadounidense Carl Hart: “Esas personas no tienen un problema con el crack, sino con la falta de acceso a los recursos más básicos y que les son negados, como educación, vivienda y calidad de vida”… “Ellos no tenían nada que ver con la caricatura del adicto a las drogas que no puede resistir a tomar la próxima dosis. Cuando recibían una alternativa, tomaban decisiones económicas racionales. Entonces, percibí que el crack no es el verdadero problema, y sí la condición personal y social del usuario. Si la persona tuviera acceso a alternativas, probablemente no escogerá las drogas” (7).
Necesitamos hacer una transición profunda del enfoque de Seguridad Ciudadana que busca una “ausencia del miedo”, al enfoque de Seguridad Humana que busca una “ausencia de necesidades básicas insatisfechas” (8). Esto implicar desechar esos pensamientos que ven a las personas usuarias de drogas como enfermos o delincuentes y verlos como personas sujetas de derechos, donde se priorice el acceso a servicios de atención en salud, educación, trabajo y redes sociales. El consumo de drogas debe verse como una situación de política social, nunca de política criminal.
Este informe es apenas el primer esfuerzo por iniciar un proceso de conocimiento y reconcomiendo de las personas usuarias de crack en Costa Rica. Sin duda es necesario investigar más el tema y las situaciones relacionadas, tanto en San José como en otras regiones del país. Asimismo se debe indagar en mayor profundidad los comportamientos de riesgo asociados a la calidad de la sustancia (análisis químicos de las sustancias en el mercado), las forma de administración (exámenes físicos y médicos de TB, del sistema respiratorio, de quemaduras e intoxicaciones), riesgos de contagio de Infecciones de Trasmisión Sexual (exámenes de ITS como VIH, VHC, VHB, sífilis, etc.) de la inseguridad del mercado y del trato de la policía y el sistema judicial (reportes de violencia, abuso y encarcelamiento).
Por otro lado, es urgente incorporar estrategias de reducción de daño que vayan más allá de servicios de atención básica de alimentación, higiene, dormida y escucha. Las experiencias de ciudades latinoamericanas como los Centros de Atención Móviles A Drogodependencia (CAMAD) en Bogotá (9) o el Proyecto “De Brazos Abiertos” en Sao Paulo (10) nos muestran buenos resultados en la implementación de estrategias más humanas que se adaptan a la realidad de las personas usuarias y que impulsen su aceptación y participación social.
No queda de más recalcar que en estos procesos de construcción social siempre debe haber participación de las mismas personas que deben verse beneficiadas en la elaboración y ejecución de las intervenciones que se desean realizar. Asimismo, y tomando en cuenta la necesidad de evaluar el impacto de estas intervenciones, no hay mejor forma que escucharlo desde las personas usuarias de drogas, ya que más allá de los indicadores cuantitativos de proceso o resultados, son las personas las que tienen el conocimiento práctico y las que realmente saben si las acciones realizadas son efectivas o no.
Bibliografía y referencias:
1. Transnational Institute (2006), “El paco bajo la lupa. El mercado de la pasta base de la cocaína en el Cono Sur www.tni.org/en/file/305/download?token=WPX-Olcz
2. Instituto Costarricense sobre Drogas (2014) Boletín Estadístico Primer trimestre 2014 www.icd.go.cr/portalicd/images/docs/uid/boletin_esta_uid/BE_2014/UID-BE_1_2014.pdf
3. Instituto Costarricense sobre Drogas (2014) Boletín Estadístico Primer trimestre 2014 www.icd.go.cr/portalicd/images/docs/uid/boletin_esta_uid/BE_2014/UID-BE_1_2014.pdf
4. Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia. Costa Rica. (2012) Encuesta Nacional sobre consumo de drogas en Costa Rica 2010. Fascículo 5 Consumo de Cocaína y Crack www.iafa.go.cr/investigaciones/epidemiologica/Fasciculo%204%20Consumo%20de%20%20Cocaina%20y%20Crack%20%20 %20de%20 julio%20%20FinalD.pdf
5. Amy Ross A. La droga de la devastación. Periódico La Nación. 28 de Noviembre del 2010 wfnode01.nacion.com/2010-11-28/Proa/NotasDestacadas/Proa2576930.aspx
6. Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA) Directorio programas de prevención, tratamiento y rehabilitación de problemas asociados al consumo de sustancias psicoactivas. Costa Rica. 2015 www.iafa.go.cr/images/descargables/aprobaciondeprogramas/DIRECTORIO-10-de-julio-2015.pdf
7. www.cbdd.org.br/es/2014/05/13/el-problema-del-crack-es-la-pobreza-dice-cientifico
8. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Informe Sobre Desarrollo Humano 1994 hdr.undp.org/sites/default/files/hdr_1994_es_completo_nostats.pdf
9. bogota.gov.co/tag/camad
10. www.capital.sp.gov.br/portal/noticia/5240