Por: Jessica Morales (Guatemala)
La edad media, también conocida como edad oscura, se refiere a un periodo comprendido entre los siglos V y XV en el que la cultura occidental se sumió en la ignorancia, superstición y teocracia. Se considera un periodo falto de razón y coraje, en donde la humanidad se vio inmersa en un manto traslucido de miedo (Imaginario, 2019). Este periodo finalizo con el surgimiento del renacimiento entre el siglo XV y XVI, periodo que significa literalmente “nacer de nuevo”.
Guatemala se ha visto sumida en un oscuro manto de ignorancia, si bien no experimentamos una teocracia, nuestros gobernantes se siguen adjudicando el “poder de dios” y es innegable la intromisión de la agenda religiosa en nuestra legislación. La actual política de drogas en Guatemala penaliza la posesión para el consumo con penas de 4 meses a 2 años de prisión, sin embargo, la ley no delimita una cantidad específica para ser considerada como tendencia para el consumo, lo que deja a discreción del juez de turno el procesamiento del caso penal entre tenencia o promoción / estímulo a la drogadicción, delito con penas más altas de 2 a 5 años de prisión.
Las personas que usamos drogas en Guatemala nos enfrentamos a constantes violaciones a nuestros derechos, iniciando por la negación del libre desarrollo de nuestra personalidad hasta la extorsión policial y el encarcelamiento. Es común en las calles de Guatemala encontrarse con retenes de la Policía Nacional Civil, muchas veces en áreas con poca iluminación, a altas horas de la noche y ser detenido para una requisa ilegal. Es común la solicitud de dinero a cambio de dejarte en libertad (en caso de portar sustancias para tu consumo personal) o la implantación de drogas por parte de los mismos oficiales para remitirte a una comisaría (en caso no tengas dinero suficiente para pagar la extorción o el policía te considere un “delincuente” por tu forma de vestir, caminar, hablar, etc.)
Lo que el pueblo guatemalteco define como “guerra contra las drogas” no es más que una ilusión, adjudican presupuestos inconsistentes a la lucha contra las drogas, en un país donde 1 de cada dos niñes viven en desnutrición crónica (UNICEF, 2020). Según datos proporcionados por la organización Asociación Pensamiento Penal (2012) el costo anual para el Estado de Guatemala en procesar delitos por posesión para el consumo es de aproximadamente Q6.9 millones de quetzales equivalente a $894mil dólares, casi el doble anual invertido en el funcionamiento de la Secretaría Ejecutiva de la Comisión contra adicciones y tráfico ilícito de drogas (SECCATID).
¿Por qué entonces, un país con tantas necesidades latentes se enfoca en luchar una “guerra” que no nos beneficia? La respuesta es más compleja de lo que creemos. En primer lugar, el Estado Guatemalteco toma acciones que no están basadas en evidencia ni en datos o información real y objetiva, en su lugar, desperdician fondos públicos, claramente necesitados por la población guatemalteca, en acciones infructuosas de discriminación y persecución de personas usuarias que no están cometiendo ningún delito. La utilización del miedo como herramienta para segregar una porción de la población, que por razones que ustedes entiendan o no, decide consumir drogas. La religión, como llave maestra que encaja a la perfección con el miedo colectivo basado en prejuicios, como solución a un “problema de consumo de sustancias”, sin comprender la ciencia detrás del consumo.
La actual política de drogas en Guatemala no refleja las necesidades de la población usuaria, refleja intereses internacionales que buscan enmascarar un narcoestado con una supuesta “guerra contra las drogas” y una latente y persistente discriminación a las personas usuarias basándose en prejuicios generados por el pensamiento prohibicionista, que Guatemala se niega a dejar atrás.
Al compartir ideas con mis amigues acerca de la necesidad de regular el mercado de sustancias ilícitas y despenalizar el consumo, incluso de una posible legalización de drogas, escucho algo recurrente: Guatemala no está lista para legalizar las drogas. A esto les respondo: “iniciemos por legalizar a las personas que usan drogas, porque actualmente, nuestra existencia y decisiones personales son consideradas ilegal por el Estado Guatemalteco”.
Esperar a que Guatemala renazca de las cenizas de la ignorancia en un periodo corto de tiempo es antojadizo y fantasioso. Y la realidad es que hay miles de personas que no tienen el lujo del tiempo, que necesitan acciones inmediatas, que necesitan asistencia médica, trabajo, acceso a antirretrovirales y su libertad.
Si Guatemala no da los pasos necesarios para alejarse de la edad media, este manto invisible de miedo seguirá permeando la sociedad.
Esta es una invitación para que cuestionemos los filtros con los que vemos a la sociedad guatemalteca y nuestra vida, a recibir información que pueda cambiar la forma en como concebimos el mundo y a que no la descartemos, siempre y cuando, exista evidencia suficiente para considerar que podríamos estar equivocados.
Bibliografía: