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¿Quiénes somos?
Mujeres y disidencias usuarias de drogas, somos quienes vivimos y experimentamos los impactos de las políticas prohibicionistas, patriarcales y racistas en nuestros territorios, comunidades y cuerpxs.
Somos mujeres y disidencias, lesbianas, bisexuales, mujeres trans, mujeres afro, mestizas, feministas antiprohibicionistas de Brasil, México, Ecuador, Chile, Paraguay, Argentina, Colombia, Puerto Rico, Costa Rica, Perú, Honduras y Guatemala. Somos activistas que investigamos, artivamos, militamos y trabajamos en distintas áreas como: feminismos, abolicionismo carcelario, militancia cannábica, regulación social y legalización de las drogas, antiprohibicionismo, reducción de riesgos y daños, derechos de personas que usamos de drogas, derechos sexuales y reproductivos, y derechos de personas con VIH. Nos reunimos en la ciudad de Olinda, Pernambuco entre el 25 y el 28 de noviembre de 2022.
En nuestra trayectoria por el activismo cannábico y otras luchas sociales, notamos que la mayoría de movimientos se encuentran regidos y dominados por hombres cis, blancos y de clases altas, a pesar, de que quienes vivimos las mayores consecuencias y violencias de las políticas prohibicionistas y racistas somos las mujeres y disidencias, personas negras y originarias, también personas empobrecidas sistématicamente y en situación de calle. De aquí surge la necesidad de identificarnos como movimiento feminista antiprohibicionista.
Identificamos la necesidad de crear espacios de, por y para mujeres y disidencias usuarixs de drogas que permitan la articulación y organización en nuestros territorios, así como abrir un espacio para alzar nuestras voces y denunciar las violencias y traumas a los que somos expuestxs debido a las consecuencias de la guerra contra las drogas.
Buscamos fortalecer nuestra agenda feminista antiprohibicionista en LANPUD, trayendo al centro del debate los impactos diferenciados por los que atravesamos determinados grupos, cuerpxs, identidades y territorios que derivan del entrecruzamiento y la continuidad de los sistemas de opresión prohibiocionista, patriarcal y racista, como es el caso de las mujeres, poblaciones periféricas racializadas, disidencias sexuales y pueblos originarios.
¿Qué deconstruimos?
Anticolonialismo
El colonialismo es una estructura fuertemente instaurada en nuestros territorios, es aprendida dentro de nuestros hogares y comunidades, nos hace absorber y gustar de una cultura que no es nuestra, lo que constituye la muerte lenta de nuestra propia historia. Los pueblos originarios mantuvieron una fuerte relación con la naturaleza y animales, sin embargo, esto ha sido remplazado por una cultura eurocéntrica instaurada a través de la opresión, violencia y genocidio de los pueblos originarios. La naturaleza no es reconocida como un ente con derechos como lo es conocida por los pueblos originarios de Abya Yala. El colonialismo viene con el proyecto de apropiarse y silenciar la cultura, identidad y memoria. A pesar de esto, los pueblos afrobrasileños, caribeños e indígenas de toda Abya Yala han mantenido históricamente una resistencia y lucha por su supervivencia, una resistencia que se mantiene hasta el día de hoy en su cultura ancestral, sagrada y milenaria desde la resistencia de los quilombos y palenques hasta la lucha por proteger territorios sagrados de la explotación continua y desalmada del capitalismo extractivista y racista.
Esta estructura colonial y racista es defendida desde el Estado y su mano armada conformada por la policía y el ejército, corporaciones que constituyen una fuerza que persigue y controla en función de su proyecto institucional racista. El Estado crea y sostiene estas políticas públicas de control racistas. Nuestra lucha no es ni debe ser solamente con el racismo interiorizado en nuestros hogares y nuestras familias, nuestra lucha es y debe ser contra el Estado también, que viola los derechos de los pueblos tradicionales que mantienen una lucha continua por la supervivencia de su cultura, hábitos y tradiciones, muchas veces vinculadas al uso de plantas y elementos sagrados que se volvieron prohibidos por intereses capitalistas y de persecución racista.
El colonialismo también se expresa a través de un control moralista de lxs cuerpxs con base en los roles de género, negando a corporalidades no normativas y a las mujeres, el derecho al placer, la cura y la libertad. El colonialismo se manifiesta impidiendo que las mujeres accedamos a nuestra ancestralidad y sanemos con sustancias naturales, como la cannabis y la coca, plantas que curan las molestias físicas, emocionales y espirituales, garantizando así la posibilidad de autodeterminación sobre nuestrxs cuerpxs. El colonialismo nos roba el vínculo con nuestra historia, con nuestrxs pares y con nuestra esencia, ya que promueve continuamente intentos de borrar las culturas tradicionales.
Políticas de drogas
La actual política de drogas en Latinoamérica tiene un origen enraizado en estas prácticas racistas y colonialistas. Las políticas de drogas han evolucionado desde la persecución de las culturas afro-descendientes y pueblos originarios hacia una política de control estructuralmente racista, entonces no solamente es una cuestión de salud sino también de cultura y comunidad.
La guerra contra las drogas se defiende tras un discurso moralista, sin embargo, somos las personas afro, indígenas, mujeres y disidencias, personas trans, personas con VIH y comunidades vulnerabilizadas las que seguimos siendo asesinadas, perseguidas, desaparecidas, encarceladas y criminalizadas por cuestiones relacionadas a la política de drogas. Las políticas de drogas, además de violentas, impiden que sea promovida una educación honesta sobre el uso de drogas, sus efectos, riesgos y daños, de manera que la mayor parte del material vinculado a las drogas está centrado en el miedo, la moral, el castigo y el sensacionalismo. El prohibicionismo y la guerra contra las drogas genera desinformación, muerte, violencia, preconceptos y otras consecuencias más perjudiciales que el uso de sustancias por sí mismo.
El derecho a decidir: Salud, Derechos sexuales y reproductivos
Defendemos el reconocimiento de las maternidades diversas y elegidas, el derecho a la maternidad de las mujeres y disidencias trans, lesbianas y bisexuales usuaries de drogas, mujeres y disidencias con VIH, mujeres y disidencias en situación de calle, mujeres y disidencias adultas mayores. Las actuales políticas de salud y los servicios de salud en Latinoamérica son atravesados por la transfobia y discursos moralistas que suponen una barrera para el acceso a la salud sexual y reproductiva de las mujeres y las diversidades. El preconcepto en torno al uso de drogas hace que muchas mujeres y disidencias dejen de buscar acogida y entendimiento en los servicios de salud, para evitar ser violentadas física y psicológicamente, dejando su salud y la de sus hijes aún más vulnerabilizada, sumando a las consecuencias de la moral y de las políticas públicas prohibicionistas y punitivas.
El sistema coloca una perspectiva cis heteronormativa en todo su proceso, por esto precisamos que el movimiento social sea un espacio seguro para todas y todes. Reconocemos que el uso de drogas es interseccional y a traviesa a muchas poblaciones, y no puede ser un impedimento para el ejercicio de la maternidad de ninguna mujer y disidencias.
Qué denunciamos
Sobredosis
Denunciamos la violencia ejercida por las instituciones médicas así como la discriminación a las personas que usamos drogas, las cuales se manifiestan en la negación de atención médica y el subregistro de casos de muerte por sobredosis que son registrados como suicidios. Los profesionales de la salud trabajan desde el estigma y el discurso moralista hacia el uso de drogas.
Violencia obstétrica
Denunciamos la violencia obstétrica ejercida en contra de las mujeres negras, indígenas y empobrecidas, quienes tienen un acceso más difícil al uso de anestésico, a la humanización de sus partos y al contacto con le recién nacido. Denunciamos también la violencia ejercida a las mujeres y disidencias usuarias de drogas a quienes el Estado les roba a sus hijes bajo el alegato de incapacidad de cuidado, dejándoles aún más vulnerables. Entendemos que la maternidad puede ser un agente facilitador para la organización de la vida de estas mujeres y que necesitan apoyo para acoger y cuidar a sus propios hijos, sin perder el derecho a vivir con ellxs.
Narcofeminicidios
Denunciamos la desaparición forzada, persecución y femicidios en torno al uso de drogas que opera dentro del sistema prohibicionista y la guerra contra las personas que usamos drogas.
La gran mayoría de las mujeres privadas de la libertad en la región, así como poblaciones empobrecidas sistemáticamente, lo están por delitos no violentos relacionados al traslado, suministro y tenencia simple de drogas. Mientras las regulaciones actuales benefician solamente a la industria, las farmacéuticas y el crimen organizado, demostrando así que la cárcel y la justicia son un negocio redondo a costa de nuestras vidas y explotación.
Nos matan y nos desaparecen por ser libres, por defender nuestras vidas y territorios, por defender la dignidad.
Sistema de salud
Denunciamos la discriminación que sufrimos las personas que usamos drogas en los servicios de salud, la negación a la promoción de nuestra salud, a la atención médica y a servicios de prevención y atención primaria. Denunciamos la discriminación hacia las personas con VIH usuarias de drogas, a través de la negación de servicios y de medicamentos. Denunciamos el ideal de la abstinencia como única opción al tratamiento de las drogas y la falta de servicios públicos de reducción de riesgos y daños, la cual ha demostrado resultados como tecnología que respeta la individualidad, la autonomía y el protagonismo de la persona usuarix de drogas y del cuidado sobre su uso.
Denunciamos los abusos y violaciones a la integridad física y psicológica ejercida contra mujeres y disidencias dentro de instituciones de internamiento, muchas veces involuntario, para personas con usos problemáticos, proceso que se asemeja en su respuesta represiva y patologizante a los esfuerzos para corregir la orientación sexual y la identidad de género (ECOSIG), en donde las mujeres y las diversidades bajo tutela de organismos públicos médicos y de salud mental, somos víctimas de violaciones sexuales, tortura, abuso físico, abuso psicologíco y la negación a una atención médica propiamente supervisada por profesionales de la salud para garantizar un proceso de desintoxicación apropiado. ¡Exigimos la despatologización de nuestras identidades, cuerpxs, deseos y decisiones!
Prácticas de Estado
Denunciamos la persecución, desaparición forzada y asesinatos de mujeres y disidencias que trabajan en defensa de las mujeres y de sus territorios ancestrales, la creación de políticas públicas que criminalizan la diversidad y a aquellxs que luchan por defender territorios ancestrales de las políticas extractivistas a favor de intereses neoliberales y capitalistas de países del norte global y sus intereses económicos a costa de los recursos de nuestros territorios.
Denunciamos la intromisión de iglesias y líderes religiosos en asuntos de Estado en nuestra región, esta intromisión acentúa el discurso moralista en torno a las drogas y nuestras existencias diversas.
Denunciamos la criminalización y penalización de la tenencia para el consumo de drogas como un atentado a nuestro derecho humano al libre desarrollo de la personalidad y autonomía, configurándose como una herramienta del sistema prohibicionista y racista para la persecución y criminalización de mujeres y disidencias, racializadas, en situación de calle y otras condiciones de extrema vulnerabilidad.
Derechos sexuales y reproductivos
Defendemos la autonomía de los pueblos originarios y la necesidad de reconocer las prácticas ancestrales que actualmente son criminalizadas a través de políticas públicas coloniales que afectan directamente a nuestrxs compañerxs indígenas y sus saberes abortivos y de cuidado de la salud.
Las mujeres nos hemos organizado ancestralmente formado redes de apoyo para brindar y facilitar el derecho al aborto seguro. ¡Exigimos el derecho al aborto seguro y gratuito!
El Estado continua ejerciendo prácticas patriarcales y racistas a través de un control de los cuerpos de las mujeres basado en un discurso moralista y de superioridad blanca hetero-cis.
Feminismo antirracista y antiprohibicionista
El feminismo antirracista y antiprohibicionista surge como propuesta política emancipatoria para atender las demandas de las mujeres y disidencias usuarias de drogas organizadas en colectivos mayoritariamente conformados por hombres cis y de muchos espacios mal llamados feministas fragmentados y excluyentes con mujeres trans, mujeres trabajadoras sexuales y usuarias de drogas; surge de la necesidad de habilitar espacios en agrupaciones feministas que habiliten debates, discusiones y cuestionamientos acerca del trabajo sexual, la desigualdad social, el racismo y machismo, espacios que no reproduzcan machismo, lesbofobia, transfobia y racismo, que más bien sean acogedores y propositivos, para lo cual es indispensable que sean esas voces, cuerpxs e identidades quienes hablemos de nuestras realidades, en primera persona y sin caer en la estigmatización moralista sobre la otredad.
Precisamos construir herramientas de cuidados y protección para las personas usuarias de drogas, acompañar en maternidades, para lo cual es importante que las instituciones como la defensoría pública, la justicia y los servicios de salud estén capacitados para garantizar que esas personas sean acogidas sin discriminación ni violencia, y que tengan una atención de calidad garantizada.
En América Latiana y el Caribe se mantiene una política de control moral de las mujeres y disidencias en la que se nos limita nuestra libertad y nuestra presencia en todos los espacios porque esto representa un enfrentamiento al sistema. Para nosotras la lucha por la autonomía es esencial.
El feminismo antiprohibicionista tiene trabajo y espacio para todo el mundo.
¡Vamos Juntas!Portugués
Quem somos nós?
Somos mulheres e dissidentes que usam drogas, vivemos e experimentamos os impactos das políticas proibicionistas, patriarcais e racistas em nossos territórios, comunidades e corpos.
Somos mulheres e pessoas de gênero diverso, lésbicas, bissexuais, trans, afro, mestiças, feministas antiproibicionistas do Brasil, México, Equador, Chile, Paraguai, Argentina, Colômbia, Porto Rico, Peru, Costa Rica e Guatemala. Somos ativistas que pesquisam, ativam, militam e trabalham em diferentes áreas tais como: feminismo, abolição da prisão, militância da cannabis, regulamentação social e legalização de drogas, antiproibicionismo, redução de riscos e danos, direitos das pessoas que usam drogas, direitos sexuais e reprodutivos, e direitos das pessoas com HIV. Nos reunimos na cidade de Olinda, Pernambuco, entre 25 e 28 de novembro de 2022.
Em nossa trajetória através do ativismo da maconha e outras lutas sociais, notamos que a maioria dos movimentos são governados e dominados por cis, brancos e homens de classe alta, apesar de que quem experimenta as maiores conseqüências e violência das políticas proibicionistas e racistas são mulheres e pessoas de gênero diverso negras e indígenas, bem como pessoas que são sistemicamente empobrecidas e sem teto. Daí surge a necessidade de nos identificarmos como um movimento feminista antiproibicionista.
Identificamos, ainda, a necessidade de criar espaços de, por e para mulheres e pessoas de gênero diverso que permitam a articulação e organização em nossos territórios, assim como de abrir um espaço para levantar nossas vozes e denunciar a violência e os traumas aos quais estamos expostos devido às conseqüências da Guerra às Drogas.
Buscamos fortalecer nossa agenda feminista antiproibicionista na LANPUD trazendo ao centro do debate os impactos diferenciados que certos grupos, corpos, identidades e territórios atravessamos. Tais impactos derivam da intersecção e continuidade dos sistemas de opressão proibicionista, patriarcal e racista e afetam sobretudo as mulheres, as populações periféricas racializadas, as dissidências sexuais e os povos indígenas.
O que nós desconstruimos?
O anticolonialismo
O colonialismo é uma estrutura fortemente instaurada em nossos territórios, aprendida dentro de nossas casas e comunidades, fazendo-nos absorver e saborear uma cultura que não é nossa, o que constitui a morte lenta de nossa própria história. Os povos originários mantiveram uma forte relação com a natureza e a diversidade de seres que a compõem, porém, esta foi substituída por uma cultura eurocêntrica estabelecida através da opressão, da violência e do genocídio dos povos originários. A natureza não é reconhecida como uma entidade com direitos, como é conhecida pelos povos originários de Abya Yala. O colonialismo vem com um projeto de tomada de cultura, identidade e memória. Apesar disso, os povos afro-brasileiros, caribenhos e indígenas de Abya Yala têm mantido historicamente uma resistência e luta por sua sobrevivência, uma resistência que se mantém até hoje em sua cultura ancestral, sagrada e milenar, desde a resistência dos quilombos e palenques até a luta para proteger os territórios sagrados da exploração contínua e sem coração do capitalismo extrativista e racista.
Esta estrutura colonial e racista é defendida pelo Estado cujas forças de defesa são a polícia e os militares, que constituem uma força que persegue e controla de acordo com seu projeto institucional racista. O Estado cria e sustenta essas políticas públicas racistas de controle. Nossa luta não é e não deve ser apenas com o racismo internalizado em nossas casas e famílias, nossa luta é e deve ser também contra o Estado, que viola os direitos dos povos tradicionais que mantêm uma luta contínua pela sobrevivência de sua cultura, hábitos e tradições, muitas vezes ligada ao uso de plantas sagradas e elementos que se tornaram proibidos pelos interesses capitalistas e pela perseguição racista.
O colonialismo também se expressa através de um controle moralista do corpo baseado em papéis de gênero, negando às mulheres e outros corpos não normativos o direito ao prazer, à cura e à liberdade. O colonialismo se manifesta impedindo as mulheres de acessar sua ancestralidade e a cura com substâncias naturais, como a cannabis e a coca, plantas que aliviam o desconforto físico, emocional e espiritual. O colonialismo nos rouba nosso vínculo com nossa história, com nossos pares e com nossa essência, pois promove continuamente as tentativas de apagar as culturas tradicionais.
Políticas de drogas
A atual política de drogas na América Latina tem sua origem enraizada nestas práticas racistas e colonialistas. A política de drogas evoluiu da perseguição das culturas afrodescendentes e dos povos originários para uma política de controle que é estruturalmente racista, então se torna não apenas uma questão de saúde, mas também de cultura e comunidade.
A guerra às drogas é defendida por meio de um discurso moralista, mas são pessoas negras, indígenas, mulheres e pessoas de gênero diverso, pessoas com HIV e comunidades nas condições mais vulneráveis que continuam sendo assassinadas, perseguidas, desaparecidas e criminalizadas por razões relacionadas à política de drogas. As políticas de drogas, além de serem violentas, impedem a promoção de uma educação honesta sobre o uso de drogas e seus efeitos, riscos e danos, de modo que a maior parte do material relacionado às drogas esteja centrado no medo, na moralidade e no sensacionalismo. O proibicionismo e a Guerra às Drogas geram desinformação, morte, violência, preconceitos e outras consequências mais prejudiciais do que o uso de substâncias em si.
O direito de decidir: Saúde, direitos sexuais e reprodutivos
Defendemos o reconhecimento da maternidade diversificada e escolhida, o direito à maternidade de mulheres e pessoas de gênero diverso, lésbicas e bissexuais,mulheres e pessoas de gênero diverso que são usuárias de drogas,mulheres e pessoas de gênero diverso com HIV,mulheres e pessoas de gênero diverso em situações de rua, e mulheres e pessoas de gênero diverso mais velhas. As atuais políticas de saúde e serviços de saúde na América Latina são permeadas pela transfobia e por discursos moralistas que representam uma barreira ao acesso das mulheres e suas diversidades à saúde sexual e reprodutiva. Os preconceitos sobre o uso de drogas significam que muitas mulheres e pessoas de gênero diverso deixam de buscar refúgio e compreensão nos serviços de saúde para evitar a violência física e psicológica, deixando sua saúde e a de seus filhos ainda mais vulneráveis, o que é outra conseqüência da moralidade proibicionista e punitiva e das políticas públicas.
O sistema coloca uma perspectiva cis-heteronormativa em todo o processo, razão pela qual precisamos que o movimento social seja um espaço seguro para todes. Reconhecemos que o uso de drogas é intersetorial e transversal a muitas populações, e não pode ser um impedimento ao exercício da maternidade para qualquer mulher e dissidente.
O que denunciamos
Overdoses
Denunciamos a violência exercida pelas instituições médicas, assim como a discriminação contra as pessoas que usam drogas, que se manifesta através da negação de atendimento médico, a subnotificação de casos de morte por overdose que são registrados como suicídios. Os profissionais de saúde trabalham a partir do estigma e do discurso moralista em direção ao uso de drogas.
Violência obstétrica
Denunciamos a violência obstétrica contra mulheres negras, indígenas e empobrecidas, que têm mais dificuldade de acesso ao uso de anestésicos, à humanização de seus nascimentos e ao contato com o recém-nascido. Denunciamos também a violência contra mulheres e dissidentes usuárias de drogas que têm seus filhes roubados pelo Estado, que por sua vez não é capaz de cuidar dessas crianças, resultando em ainda mais vulnerabilidade. Entendemos que a maternidade pode ser um agente facilitador para a organização da vida dessas mulheres e que elas precisam de apoio para acolher e cuidar de seus próprios filhos, sem perder o direito de viver com elas.
Narcofeminicídios
Denunciamos o desaparecimento forçado, a perseguição e os femicídios em torno do uso de drogas que operam dentro do sistema proibicionista e a guerra contra as pessoas que usam drogas.
A grande maioria das mulheres privadas de liberdade na região, bem como as populações sistematicamente empobrecidas, são privadas de liberdade por delitos não violentos relacionados com a transferência, fornecimento e simples posse de drogas. Por outro lado as regulamentações atuais beneficiam a indústria, os produtos farmacêuticos e o crime organizado, demonstrando que a prisão e a justiça são um negócio lucrativa ao custo de nossas vidas e exploração. Nos matam e desaparecem por sermos livres, por defendermos nossas vidas e nossos territórios, por defender a dignidade.
Sistema de saúde
Denunciamos a discriminação sofrida pelas pessoas que usam drogas nos serviços de saúde, a negação da promoção da saúde, da assistência médica, da prevenção e dos serviços de cuidados primários. Discriminação contra pessoas com HIV e usuários de drogas através da negação de serviços e medicamentos. Denunciamos o ideal da abstinência como única opção para o tratamento de drogas e a falta de serviços públicos de redução de riscos e danos, tecnologia que respeite a individualidade, a autonomia e a agência do usuário de drogas e o cuidado com o uso de drogas.
Denunciamos os abusos e violações da integridade física e psicológica exercidos contra mulheres e pessoas de gênero diverso dentro de instituições de internação, freqeentemente involuntária, para pessoas com uso problemático de drogas, onde as mulheres são vítimas de estupro, tortura, abuso físico, abuso psicológico e a negação de cuidados médicos adequados supervisionados por profissionais de saúde para garantir um processo adequado de desintoxicação. Exigimos a despatologização de nossas identidades, corpos, desejos e decisões!
Práticas do Estado
Denunciamos a perseguição, desaparecimento forçado e assassinatos demulheres e pessoas de gênero diverso que trabalham em defesa das mulheres e seus territórios ancestrais, a criação de políticas públicas que criminalizam a diversidade e aqueles que lutam para defender territórios ancestrais de políticas extrativistas que trabalham em defesa dos interesses neoliberais e capitalistas dos países do norte global e seus interesses econômicos em detrimento dos recursos de nossos territórios.
Denunciamos a interferência de igrejas e líderes religiosos em assuntos de Estado em nossa região, esta interferência acentua o discurso moralista em torno das drogas e das políticas públicas.
Denunciamos a criminalização e penalização da posse de drogas para consumo como um ataque ao nosso direito humano à expressão de nossa personalidade e autonomia e como uma ferramenta do sistema proibicionista e racista para a perseguição e criminalização de mulheres e pessoas de gênero diverso, racializados, em situações de rua e outras condições de extrema vulnerabilidade.
Direitos sexuais e reprodutivos
Defendemos a autonomia dos povos indígenas e a necessidade de reconhecer práticas ancestrais que atualmente são criminalizadas através de políticas públicas coloniais que afetam diretamente nossos camaradas indígenas e seus conhecimentos sobre cuidado em saúde, inclusive o aborto.
As mulheres se organizaram ancestralmente em redes de apoio para proporcionar e facilitar o direito ao aborto seguro. Exigimos o direito ao aborto seguro e gratuito.
O Estado continua a exercer práticas patriarcais e racistas através do controle do corpo das mulheres com base em um discurso moralista de superioridade hetero-cis branca.
Feminismo anti-racista e anti-proibicionista
O feminismo anti-racista e anti-proibicionista surge como proposta política emancipatória para atender às demandas de mulheres e pessoas de gênero diversos usuárias de drogas organizades em coletivos que são compostos principalmente de homens cis e também de muitos espaços fragmentados e exclusivos que são erroneamente chamados de feministas e que excluem mulheres trans, trabalhadoras do sexo e usuários de drogas; surge da necessidade de criar espaços em grupos feministas que permitam debates, discussões e questionamentos sobre trabalho sexual, desigualdade social, racismo e machismo, espaços que não reproduzam machismo, lesbofobia, transfobia e racismo, mas que sejam acolhedores e propositivos. Para isso, é indispensável que sejam essas vozes, corpos e identidades que falem sobre nossas realidades, em primeira pessoa e sem cair na estigmatização moralista sobre o outro.
Precisamos construir ferramentas de cuidado e proteção para as pessoas que usam drogas, para acompanhá-las nas maternidades. Para tal é fundamental que instituições de defesa pública, justiça e serviços de saúde estejam capacitados para garantir que essas pessoas sejam acolhidas sem discriminação ou violência, e que tenham garantidos cuidados de qualidade.
Na América Latina e no Caribe se mantém uma política de controle moral dasmulheres e pessoas de gênero diverso na qual nossa liberdade e nossa presença em todos os espaços é limitada, pois isso representa um confronto com o sistema. Para nós, a luta pela autonomia é essencial.
O feminismo antiproibicionista tem trabalho e espaço para todes.
Vamos juntas!